Los expertos advierten ahora de que el verdadero peligro en la central de Fukushima no es tanto que se vean afectados los reactores, que ya han sufrido tres explosiones y un incendio, sino el posible vertido de las piscinas que contienen el combustible atómico, que podrían liberar grandes cantidades de materia radiactiva, según informa The Daily Beast.
Los vertidos de las piscinas refrigeradoras suponen ya una seria amenaza para la salud de la población y para el medioambiente.
El combustible nuclear que producen los reactores de Fukushima se almacena en piscinas refrigerantes. Esta central -construida hace 40 años por General Electric- tiene la cisterna del combustible atómico alojada en la tercera planta. Las fotos que toman los satélites demuestran que el tejado que cubre estas piscinas ha saltado por los aires.
Los expertos advierten de que si se libera este líquido contenido, los efectos serán mucho más perjudiciales que la radiactividad que puedan segregar los reactores.
Altísima concentración de radiactividad
Las piscinas contenedoras son vasijas rectangulares reforzadas con acero y cemento, para prevenir cualquier fisura. Pero el terremoto, que dejó sin electricidad a la planta, y el tsunami, que dejó inservibles los generadores de combustible, obligó a los responsables a utilizar nuevas baterías para mantener refrigeradas estas piscinas.
Este lunes, las baterías nuevas se colapsaron y el hidrógeno de uno de los reactores explotó, dañando no sólo al edificio que alberga el reactor, sino también a la piscina que alberga las barras nucleares.
Las piscinas "contienen una altísima concentración de radiactividad, pueden incendiarse y son más vulnerables que los propios reactores", explican los científicos.
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